Hay varias
formas de tener un amante en la cama
Si, hay varias…tantas
como hay varios tipos de amantes
Hace unas
cuantas semanas ella tuvo un amante en la cama (con lo fácil que se ha vuelto conseguir
amantes), un par de llamadas, direcciones, información necesaria y unas cuantas
reglas y ya había un trato, de esos que saben los amantes.
Unas sonrisas,
unas caricias prestadas, la mirada que intenta hipnotizar, los besos usados y
en dos grandes pasos ya estaban tendidos en una cama que contiene llantos,
rabias, risas, recuerdos…muertos.
El sexo es algo
natural de los humanos, y normal entre humanos, es cómo hacer pipi, la
necesidad de comer (ya he dicho mucho sobre esto en estos textos). Ella miraba
al techo intentando llegar más alto que eso, pendulaba sobre gemidos y miradas
que sin dejar de ser encantadoras, no eran escandalizadoramente pertúrbate. Cuerpos
desmoronándose, un par de veces nomas (como si a ella le gustaran los números pares),
sonrisas, conversación casual, cordialidad, adiós.
Hace unos días ella
tuvo un amante en su cama, hace unos días, como hace unos tantos cuantos desde
hace ya un tiempo atrás. Ese amante ha estado en las noches, se mete por sus
cobijas, se enreda en sus piernas, se cuelga de su clavícula, la controla desde
sus ojos, y la escandaliza perturbadoramente con sus gemidos.
Irónico, en
forma los dos amantes son muy parecidos,
más kilos de huesos que de carne, más carne que grasa, más pelaje que pecas. Sus
manos haciendo formas en su sexo, su sexo en sus dedos, y sus dedos en su sexo.
El uno acá para olerlo, saborearlo, el otro allá, para recordarlo y desearlo.
Todo aquello que
está entre el deseo y lo que se permite, es normal. Ella desea, ella se
permite, se permite estar con quien desea y como lo desea.