Ilustración de Sara Lew
En la cuadra de los granados, unos niños montados en
sus bicis se correteaban unos a otros, resonando timbres, saltando rampas,
frenando a raya y desperdigando polvo por doquier. Poderosos y
libres. Desde una ventana alguien los espiaba con los ojos aguados y muriendo de
ganas por ser uno de ellos.
Su madre, deseosa por hacerla feliz, tomó lo que tenía
a su alcance y comenzó a tejerle una bicicleta, trabajó día y noche sin cesar,
tejió y tejió de prisa, en silencio y a escondidas en el patio trasero de la
vieja casona. El día en que terminó, trajo a su hija y le mostró lo
que había hecho para ella. La pequeña araña, con sus pares de patas y sus ojos gigantescos
de felicidad se encaramó en su bici hecha de hiedra.
texto escrito para I carrera verde de microrrelatos al por mayor
paso la posta a Alberto Proset (Ojodegato)